El
día terminó antes,
ni
tus ojos, ni el albatros condensaron para siempre
el
joven que curó la sombra con su música;
las
aguas te atraparon,
y
hubo un grito marcando la fuerza de tu cuerpo.
No
supiste que hacer con la sonrisa
cuando
cerró, tras de ti, la puerta y casi no hizo falta
esa
falta de nostalgia.
Fue
la niebla
y
la luz quienes abrieron las rodillas,
ante
esa distancia que fue tuya hasta el último momento;
hubo
paredes y arañazos,
sangre
contra la cara del joven
que
parecía un albatros con su pico hundiéndolo
en
tu cuerpo.
No
supiste que hacer con tanto grito;
acaso
pensar en cómo se extirpa el asco,
el
frío frente al mar,
la
noche que empujaron tus ojos
y
huiste desnuda dentro de un coro tendido sobre el sueño;
creer
la música nacida desde el fondo,
negar
ese silencio contrahecho incrustado sobre un mirto.
Fue
la niebla
y
las ganas de tocar la línea quienes lanzaron tu voz,
ante
esa falta de nostalgia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario