Cortázareando.
Él era esquizofrénico y tenía
los ojos azules.
En inexistentes pasillos tiende
a correr
hacia esos enrarecimientos de la
ciudad.
Las aves le tocaban los pies al
llegar a la frontera.
La noche con la nariz de la
piedra, abre sus últimos segundos.
Abrigado en la hojarasca cree
que sus gotas animan las avenidas.
Grita, y abre también los brazos
con una sonrisa perdida en los muros que visten sus gritos.
Él era un gato y con su
esquizofrénico bajo el brazo, las venas le ardían.
En la madrugada de fuga, bebe el
alma.
Hubo
mundo detrás de sus globos; al soltarlos, inmediatamente le abrieron la cabeza.
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