Ofrenda: ¿Y tu Poesía que?
A Maykel Iglesias
Caíste con la noche
Y tus drelocs quedaron en el aire
suspendiendo la noticia de la luz,
esos dioses, extraños a mis ojos,
armados
eran libres
y los pelos compusieron la estructura del abrazo
frente al obispo
en el canto de la noche
has conocido la estructura
(los tambores el sonido
tus tambores tu sonido)
que alma ciega entrañas corroídas ante el rescate
de tu imagen sónica
donde pierden sentido luciérnagas y duende
y cortapelos inmisericorde
que viaja sobrio sobre el asfalto de los peces:
tu mirada azul, tu viento azul, tu golpe azul
ocupando los tambores que dejaron
ya míticos y desnudos humanoides
ya serpientes y bicéfalos de todas las especies
(los tambores tu sonido
tus tambores el sonido)
vuelo
a tu cuerpo de ceniza
a los vientos que trajeron la ceniza
a tu ceniza
latina por los cuatro puntos cardinales [en el cuerpo]
obra en la noche el baile
de pies al polvo doble que levantas
cegado por tus raíces
escondido en el dolor artrítico de tu abuela
que le ocultaste las cadenas
que le dijiste: hoy me voy a volar,
porque apetecí volverme libre del amor;
hoy me voy a bailar,
porque recordé llorarme el hambre;
hoy me voy en el silencio de la noche,
porque la costa fría sepultó a mi amigo
y solo sus brazos se escondieron de la muerte
eres la noche al piano de tus uñas
descifrando entre astillas
lo duro y diamantino del cemento,
que unido forma un muro dispuesto como piel
hay, tus drelocs suspendidos
aún siguen la noche de tu noche vuelta
patrón
entre volcanes consumidos en el hálito a tabaco
hay, moribundo como ángel asestado detrás de la manzana
dioses esos que negaron tu reconciliación con las especies,
dioses esos que cazaron tu recuerdo como un gato,
dioses esos muertos colgados en la sonrisa de tu lápida,
dioses esos repetidos entre ellos repetidos hasta el silencio
que la noche fue callando, también al querubín que dibujaste
por vez primera en la pizarra, con sus mil ojos querubín
frente al ciruelo que Cab erró en sus vueltas
otros tus colores, otro tu arcoíris
vencido fue en el márquetin
último de la lista atractiva y el librito que te muestra superficial
(constructor preciso verso asonante el detonante)
yo que te escuché cantar:
no son más los números, me oculto el mar
mi cuerpo el mar,
en que te bañas y confundes y transformas.
Un Abrazo fuerte.
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