La noche oscura.
A YanaY
Anido en el cuerpo
cuando lo que realmente pasa es
que despegas;
así parezco un bulto tan aforme
que disfrazo tu ausencia con el
universo.
Hay que (como tú) parir a la
ciudad,
ver desde los cerros la extraña
destrucción de la luz y el mar;
abonar relojes de piernas
hechizadas.
Cae una pestaña de arena,
el sol muere como una luna
abierta
y me entrometo ahora
despertando,
cuando lo que realmente pasa es
que limpias las manchas,
así dejas las piedras con el
filo natural de las estrellas.
Bajo pantanos beso esos lirios
que sirvieron de escudo ante las
palomas;
y el fantasmagórico árbol que
visita las habitaciones
marca a cincel su corteza,
ofrece sus ramas blandas.
Alguna vez meditamos,
fuimos temporales y siniestros,
huellas tan exageradas que las
aves
pronunciaron la primera palabra
de la piedra;
y
estornudar sin ti era el vacío.
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