Nerudiana
Esta luna no es mía,
la he robado en espera de la
noche.
Mucho tiempo (ó su semejante)
y estas migas de ciudad que
crecen a pesar de los insectos.
Poco salvo con los ojos,
y se me escucha encerrado en el
saxo
aquel
día de nacer en el bosque;
aquel día de escaparnos
por encima de los dioses y la
noche.
Amanece la luna en mi mujer
y tiene el rostro de un ángel
hundido en la espesura;
amanece la ciudad gangrenosa
tatuada del ejército
y es tan fiera que huyo de sus
ojos y su costumbre de proteger fronteras.
A esta luna la escucho vecino de
tu carne
y sigo la respiración como una
bestia
marcada con la misma nariz del
ángel.
Hoy siento la arritmia de los versos más sombríos de la noche.
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